México, DF 01/01/2010
CARTA HA MI ENEMIGA INTIMA
Hola espero que estés bien, que haya por donde tu andes no existan peripecias –ja- espero que no estés preocupada, se bien lo mortificante que es esto. Por eso te escribo, para que sepas que yo ¡sigo vivo!
Se dice que la guerra no afecta a nadie demasiado, mas aun, que las luchas abren senda a la transformación, que la crisis de ideas, de pensamientos, sentimientos traerán consigo los cambios necesarios para encontrar el bienestar tan anhelado, yo te diré la respuesta –si, es cierto-, lo malo es como en cualquier guerra, los dos perdemos un algo.
Se que haya donde tu andes tal vez se aspira a encontrar la paz, y si hay problemas creo saber que los solucionaras. En cambio por estos rumbos me escondo entre trincheras , la oscuridad no deja ver con claridad que hay mas haya, pareciese que el objeto de la guerra se pierde y de pronto se encuentra…
La guerra sigue, el olvido de pronto gana terreno, aunque a veces el recuerdo manda tropas hacia el frente, las estrategias de los suspiros hacen mucho daño a las memorias, aunque estas últimas nunca mueren. Yo me encuentro mientras en las mazmorras, intento calibrar armas del orgullo y unas cuantas bombas de dignidad, aunque bien se que a los acorazados del motivo no les dañan. El silencio encuentra entre los escombros su escondite y de esta manera el dialogo creador de palabras sinceras no tiene salida a ningún lugar, cuando el silencio embiste, muere un pensamiento de perdón y muchos sentimientos de amor, las ideas se separan y se reagrupan buscando solucionar el conflicto, pero desgraciadamente -¡tu enemiga intima guardas la distancia y toda clase de ataque sea hecho por aire, tierra o mar son en vano.
Ya habido grandes bajas, una de ellas la esperanza, aquella que desde el cielo intento dar nuevo rumbo a la guerra, decían que la esperanza muere al ultimo-ja-ja- gran falacia fue la primera que murió… con ella se fueron las ganas, las fuerzas, muchos pensamientos y sentimientos.
Lo que me consuela es tu imagen en mi cabeza, tu aroma y el sabor que tiene tu boca, lo que mas me entristece es que el tiempo a cada minuto lo borra, lo asesina.
Se dice por ahí que la guerra va a terminar, que la pasión a firmado un contrato de armonía, se dice que el amor ya agonizante a intentado solucionar el conflicto con mi enemiga intima, que la soledad que guardamos en los corazones a llevado a este momento. Por mi parte yo pido tregua, pero tu enemiga mía, no volteas y si me miras no me observas y cuando hablo no me escuchas, parece que no quieres solución.
Por donde tú andas, ¿dime si hay paz?, o solo me mandas cartas de consuelo esas que como virus solo me van matando poco a poco, por favor dime si hay solución, o dime que nos dará a ganar esta guerra del “no saber”, podemos terminarla y ahorrarnos tiempo y sufrimiento, puede y de nuestra alianza surjan fuertes lazos de amistad, de amor, de vida, ¡en verdad no te lo prometo!, pero creo que es mejor que seguir matándonos poco a poco, escondidos en nosotros mismos. Esta carta es el ultimo intento de conciliación enemiga, se bien que lo deseas, ya no te pido la tregua, te pido la alianza y sino me la quieres dar, dejemos nuestros destinos a otras guerras, por que de mi parte ya no soporto mas, si tu quieres ¡olvidemos!, aunque sea sumamente difícil, si la paz la encontramos en caminos separados lo entenderé.
Me despido amada enemiga mía, esperando tu respuesta y sin duda que a esto le pongamos fin, sin más que decir me despido diciendo “te ama aquel por el cual no detienes la guerra”.
Atte. Soldado de mil batallas, hombre de paz y un nostálgico apasionado en el amor.
BELLOC AGUILAR LEONARDO
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